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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

lunes, 8 de agosto de 2011

Teodoro Petkoff canceló con 100 dólares un crédito de 4 mil dólares

La traducción del francés al espeñol
de la partida de nacimiento de Luben Petkoff Malec
El año de llegada a Venezuela de Petko Tedoroff Petkoff Fresteff, su esposa, Ida, y sus hijos Teodoro, Milko y Liubomir, está claramente determinada en una declaración notariada que realizó Luben ante el Notario Público Noveno de la Parroquia el Recreo. Documento que gestionó a raíz de la muerte de su padre y para complementar la respectiva declaración sucesoral.

Liubomir, respaldado por dos testigos y su partida de nacimiento expedida en Bulgaria y traducida al español, afirma haber nacido en Sofía, capital de Bulgaria, el 11 de mayo de 1933, un año después que Teodoro; ser hijo legitimo de Petko e Ida; aclara que su nombre Luben es un diminutivo búlgaro del nombre Liubomir; y, entre otros aspectos, señala: “He vivido en Caracas desde antes de cumplir un año de edad”, lo cual ubica la llegada de la familia Petkoff-Malec  al Puerto de la Guaira, durante el primer trimestre de 1934. Esto deja por sentado que ni Teo ni sus hermanos nacieron en el Batey, estado Zulia. Definitivamente Teddy es búlgaro de nacimiento.

En sus primeros años en el país, Petko trabajó en el ministerio de Fomento. Químico de oficio, logró ascender con rapidez en una economía que daba sus primeros pasos en la actividad petrolera y abandonaba precipitadamente su vocación agrícola.

Testimonio notariado de Luben autenticando su origen
En 1949 ya había adquirido importantes lotes de terrenos en el sector denominado Los Ravelos, hoy Municipio Chacao. Olfateó sin duda una excelente ubicación entre el oeste y el este del valle caraqueño. Incluso sufrió la expropiación de 50,50 metros cuadrados del frente de sus terrenos, cuando en enero de 1954 la Junta Asesora de Ensanche de la Avenida Generalísimo Francisco de Miranda, por decreto del extinto Concejo Municipal del Distrito Sucre, procedió a la ampliación de lo que hoy conocemos como la avenida Francisco de Miranda. Por supuesto, que le fue cancelado hasta el último céntimo de la expropiación.

Lo cierto es que la adquisición de esos terrenos valió a Petko para muchas otras negociaciones. Allí construyó su vivienda y una pequeña industria para la producción de papel parafinado y papel carbón. En 1949, cuando el país se montaba en el paternalismo estatal que tanto detesta Teo, su padre solicitó un crédito al Banco Industrial de Venezuela por 13.000 bolívares, unos 4 mil dólares de la época (cerca de 40 mil dólares de hoy), a un plazo de un año, en el cual se pactaron intereses convencionales a 6% anual, todo lo cual se evidencia en el documento protocolizado por ante la Oficina Subalterna del Primer Circuito de Registro Público de la Circunscripción Judicial del Distrito Sucre del Estado Miranda, en fecha 21 de marzo de 1949, bajo el Número 7, Tomo 2Adc, Protocolo Primero.

Para tal fin, Petko hipotecó la casa, los terrenos y la fábrica. Esto demostraba mucha osadía y decisión por parte del búlgaro empresario. No obstante, lo anecdótico y extraño es que Petko nunca pagó un centavo por dicho crédito al BIV; y la institución financiera nunca ejecutó la hipoteca. Fue en agosto de 1996 (en pleno auge de la Agenda Venezuela) que los hermanitos Petkoff solicitaron al Industrial un estado de cuenta de la deuda contraída por su progenitor hacía 47 años y la cancelaron. Y esto porque Inversiones Foktep (léase ellos mismos) estaba gestionando ante Banfoandes un crédito a cuenta de los bienes hipotecados. Era ya Teddy ministro de Cordiplan y arengaba con verbo encendido a que todo el mundo se apretara el cinturón, mientras él hacia sus negocitos con el BIV.

Carta del BIV a propósito de una deuda
contraida por Petkoff padre hacia 47 años
La vicepresidencia de crédito y la consultoría jurídica del Industrial, respondiendo a la solicitud de los Petkoff-Malec, procedieron a recalcular la deuda y los intereses correspondientes a los 13.000 bolívares, eso sin afincarse mucho con cálculos indexatorios. Exactamente, el 28 de agosto de 1996 en comunicación enviada a Luben Petkoff, con llamado de atención a Jhonny Pacheco (quizás un gestor de los Petkoff), el gerente de registro de operaciones del BIV, Roberto Caripa Martel, señala: “A este respecto nos permitimos informar que del estudio de la obligación en comento se desprende que en la actualidad se adeuda la cantidad de CINCUENTA MIL QUINIENTOS CUARENTA Y OCHO BOLIVARES CON TREINTA Y TRES CÉNTIMOS (Bs. 5O.548,33, los cuales se especifican de la siguiente manera: Desde: 21/03/49; hasta: 31/08/96; días: 17.330; tasa: 6%; capital: 13.000,00; intereses: 37.548,33; mora: 0; suma total: 50.548,33, bolívares”. ¡Qué golilla!

Y así con un cheque del extinto Banco Unión, de fecha 20 de septiembre de 1996, Luben Petkoff Malec libró la hipoteca que pesaba sobre los inmuebles heredados de su padre, los cuales extrañamente con todo e hipoteca pasaron a manos de la sucesión Petkoff; que con todo e hipoteca fueron vendidos a Inversiones Foktep; y que en 1996, ya Teddy flamante ministro de Cordiplan, serían utilizados como garantía para nuevas operaciones financieras con Banfoandes.

En otras palabras, Petko Tedoroff Petkoff Fresteff obtuvo un préstamo por unos 4 mil dólares en 1949, equivalente a unos 40.000 dólares ajustados por inflación. Y sus hijos lo cancelaron, 47 años después, en 1996, con apenas 100 dólares de la época. Mientras el crédito se devaluaba en prejuicio del Banco Industrial, las propiedades de Chacao se revaluaron “ene” cantidad de veces, a favor de Los Petkoff. Una verdadera hazaña de ingeniería financiera. Sin duda, que el viejo Petko hubiese sido más tramposo como ministro de Cordiplan que su hijo Teddy. Aunque algo bueno le sacó Teo a la macrodevaluación que impulsó con el FMI. Todo un genio para licuar sus deudas.

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