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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

miércoles, 13 de julio de 2011

Nueva York y París, las ciudades favoritas de Petkoff

Aprenderse las fórmulas de FMI y recitarlas de memoria,
convirtieron a Petkoff en un conferencista internacional
Como ministro, Teodoro Petkoff  se paseaba, por lo menos dos veces al mes, por Park Avenue. Maletín en mano para explicar el noveno plan económico de Caldera. - Eso sí, sus viajes los hacía en primera clase, ¡como correspondía y sin control de gastos! Los banqueros e inversionistas eran cautivados con su verborrea estridente. Petkoff sigue siendo muy popular entre la burocracia de los organismos multilaterales en Washington, más que en el Chacao de su juventud, donde vivió sus años de estudiante en la Escuela Experimental Venezuela, en el Liceo Andrés Bello y en la Facultad de Economía de la UCV.

Una vez en Nueva York, el presidente de la Asociación Bancaria de aquel entonces, José María Nogueroles, en alabanza para reforzar una exposición de Petkoff se dirigió a los inversionistas diciendo: “En Venezuela, la noche quedó atrás”. Seguramente, el gallego no sabía que esa frase es el título de un librito básico del catecismo estalinista, al que Teodoro había declarado su odio hacía muchos años. De peor gusto aún sacarlo a colación ante adustos y cultos hombres de negocios. Por supuesto, Teodoro se hizo el loco, lo que para él siempre ha sido fácil.

En manga de camisas, el bulgaro
despachaba desde las oficinas de Cordiplan
En Caracas despachaba desde una inmensa y comodísima oficina de tonos tropicales en la que entraban y salían mesoneros de camisas blancas y corbatas negras: ``No, no he cambiado. Mírame. No llevo corbata. No quiero aparentar lo que no soy. No tengo guardaespaldas y el trabajo me absorbe totalmente. En definitiva, me queda muy poco tiempo para disfrutar de la sensualidad del poder'', recitaba de memoria a todos sus compañeros de partido, periodistas y colegas de gabinete que lo visitaban. Esto al tiempo que montaba descuidadamente sobre los sofás propiedad del Estado, unos cómodos mocasines comprados en Francia. Petkoff visitó en repetidas oportunidades la capital estadounidense, donde tienen sede los principales organismos financieros multilaterales. Allí conserva buenas relaciones. Por eso predios es conocido como “Teddy”. Nada que ver con los balurdos motes de los 60: “Roberto”, “Quintín”, “Aurora Martínez” (utilizaba el nombre de su primera esposa), “Teódulo Perdomo”, “Pym”, “Simón Bocanegra”.

Teodoro se convirtió en el vendedor eterno de la Agenda Venezuela montado en primera clase o en un jet privado. Asistió a todos los foros internacionales.

Hizo una suerte de postgrado en los escenarios de la nueva economía. Por ahora, está pendiente un viaje a los Estados Unidos como buen conspirador. De ser posible, visitará una vez más la Casa Blanca, el Empire State, Wall Street y otros santuarios del capitalismo.

Cada vez que puede, y son bastantes las veces, pasaporte europeo en mano, Petkoff se escapa a París. Según ha confesado para seguir las huellas de Jean-Paul Sartre, su ídolo. Incluso, en pleno proceso alucinógeno, a Libération, una publicación francesa, declaró: “Nos encontramos en repetidas oportunidades. De hecho, él me pidió que escribiera algunos trabajos en Les Temps Modernes”. Ninguna de las dos cosas es cierta: ni conoció a Sartre y mucho menos existe algún artículo firmado por Teodoro Petkoff en los archivos de la citada revista. Aunque sí domina el francés. Prueba de ello son algunas traducciones con las que pretendía justificar su salario en la UCV. Franco chuleo docente.

El motivo principal de sus viajes a París, además de comprar mocasines, es visitar a su dos nietas: Lola y Flora; y a su hija, Beatriz. Su yerno, un galo director de cine y televisión, en junio de 1997 logró llevar a la pantalla chica la obra cinematográfica de sus sueños, ni más ni menos que la vida y obra de su ilustre suegro: “Venezuela: de la guerrilla al poder”, ¿Adivinan con qué dinero se financió el ambicioso proyecto?

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